La broncoscopía, también conocida como fibrobroncoscopia, es un examen médico que sirve para diagnosticar enfermedades de las vías respiratorias y de los pulmones. Se realiza por medio de un broncoscopio, un aparato que consiste en un tubo de alrededor de medio centímetro de diámetro, que tiene una cámara de video en su extremo. Permite ver con claridad el interior de las vías respiratorias en un monitor. El tubo del broncoscopio cuenta además con varios canales en su interior, por donde se pueden introducir distintos instrumentos, y que permiten realizar pruebas diagnósticas como la toma de biopsias, o toma de exámenes para detectar el Bacilo de Koch en forma más rápida.
La prueba se realiza en unos 30 minutos, aunque puede llevar más tiempo dependiendo de los hallazgos que se encuentren, o si se hace algún procedimiento terapéutico o toma de biopsias.
La broncoscopia más habitual, es decir la broncoscopia flexible, se puede hacer de forma ambulatoria.
No se requiere ninguna medicación especial. Es necesario permanecer sin ingerir agua ni alimentos durante las 5 a 6 horas previas a la prueba. Puede llevar la ropa que desee pero conviene que sea fácil de quitar, pues le quitarán la mayoría de la ropa y le facilitarán una bata.
Debe llevar el consentimiento informado, que es un documento donde el profesional de enfermería le explica en qué consiste la prueba y sus posibles riesgos. Debe leerlo atentamente y llevarlo firmado. Debe llevar el volante de solicitud de la prueba. También debe traer todos sus exámenes radiológicos de tórax y suspender el consumo de aspirina u otro anticoagulante.